La danza Hula es una forma de expresión a través de la cual el nativo Hawaiano pudo preservar sus mitos, historia y leyendas conforme fue avanzando su forma de vida, de sentir y de pensar.
Sus orígenes, se dice que datan del año 300. Con la aparición de dos Pahus (tambores) que llegaron desde Tahití traídos por el hijo del rey Umi, estas narraciones se enriquecieron, la intención del Pahu no era necesariamente la de dar fondo musical a las narraciones. Posteriormente, la implementación de ciertos gestos de las manos y de la expresión corporal que servía para poner énfasis sobre algunas palabras que se determinaron claves para ilustrar estas historias, se sumaron pasos básicos en los pies. Y así emergió la primera forma de danza que era representada exclusivamente por hombres que dedicaban su vida por entero a la representación de este arte. Estos hombres llevaban una vida prácticamente célibe y enfocada a su función dentro de la aldea para ser "libros vivientes" al servicio de su rey.
Esta forma de arte se la consideraba tan preciada que sólo se llevaba dentro de los templos y en presencia de los altos dignatarios y sacerdotes. No obstante, el pueblo quedaba fuera de juego.
La danza 'Ai'ha'a (nombrada así por presentarse siempre en forma acuclillada) sirvió de base para que casi 200 años después, la mujer pudiera desarrollar a partir de esta danza su propia propuesta pero interpretada con un instrumento distinto del Pahu. Esto causó controversia entre los reyes y sacerdotes gobernantes, y se decidió que el Pahu fuera utilizado sólo para temas sagrados (orígenes, dioses y honra de reyes) y que siguiera siendo representado por hombres dentro de los templos. Se permitió que la mujer pudiera participar libremente con el toque de otro instrumento de percusión (Ipu heke), pero que sus temas no hablaran de temas de los Heiau (centros ceremoniales) y que aparte debería llevar un nombre distinto del de la danza de los varones: Hula
Cuando James Cook llegó a las islas Hawai’i a finales de 1700, la danza Hula y la 'Ai ha'a se presentaban simultáneamente en distintos escenarios, pero los ingleses no entendieron la diferencia entre una y otra aunque visualmente advertían que los hombres ejecutaban su danza con tambor y las mujeres con el Ipu heke. Pero por la solemnidad de la presentación de estas danzas concluyeron que ambas debían ser rituales o ceremoniales.
Así como en todas las culturas, donde existió el sometimiento de los pueblos indígenas fomentaron que adoptaran una forma de vida occidental. Tuvieron que pasar 75 años hasta la llegada del Rey David Kalakaua que gracias a sus viajes alrededor del mundo donde buscaba hacer conexión con otros reyes para buscar apoyos a la monarquía hawaiana que empezaba a ser blanco de planes de anexión por parte de los norteamericanos, retomó símbolos, rasgos, usos y costumbres del pasado de sus islas para hacerlas un orgullo para su pueblo. Y así renace la danza, englobando en una sola el tambor y el Ipu hele.
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